Cuenta la historia que dos hermanos vivían en el
monte. La hermana era mala y el hermano era bueno. El le traía frutos silvestres
y regalos, pero ella le correspondía con desaires y maldades. Un día él regresó
de la selva cansado y hambriento, y pidió a su hermana que le alcanzara un poco
de hidromiel. La mala hermana trajo el fresco líquido, pero antes de dárselo lo
derramó en su presencia. Lo mismo hizo al siguiente día con la comida. El
hermano decidió castigar su maldad. La invitó una tarde a recoger miel de un
árbol que estaba en la selva. Fueron allí y el hermano logró que ella trepara a
lo más alto de la copa de un quebracho enorme (para algunos era un mistol, para
otros un algarrobo). El, que subió por detrás, descendió desgajando el árbol de
modo tal que su hermana no pudiera bajar. El muchacho se alejó. Allí quedó la
joven, en lo alto, llena de miedo. Cuando llegó la noche, su miedo se convirtió
en terror. A medida que pasaban las horas, comenzó a ver, horrorizada, que sus
pies se transformaban en garras, sus manos en alas y su cuerpo todo se cubría de
plumas. Desde entonces, un pájaro de vuelo aplumado, que sólo sale de noche,
estraga el silencio con su grito desgarrador -¡"Turay", "Turay" !- : ¡"Hermano",
"Hermano" !.
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