miércoles, 13 de noviembre de 2013

Difunta correa



La tradición se remonta a San Juan, en la época del caudillismo. Por esos años el gobernador de la provincia tenia un amigo llamado Pedro Correa, viejo guerrero, respetuoso y respetado. Pero una revuelta destituyó y mató al gobernador, sus aliados empezaron a ser perseguidos, y Don Correa tuvo que huir.

Estos hechos hicieron que varios de sus perseguidores se interesaran en Deolinda Correa, su hija, quien pese a las circunstancias supo resistir a los ataques y finalmente se casó con su amado. No había transcurrido mucho tiempo, cuando las montoneras de Quiroga se llevaron al padre y al marido de Deolinda Correa. La situación se hizo insostenible, la pobre mujer era acosada continuamente, y decidió partir con su pequeño hijo recién nacido hacia La Rioja.

Anduvo por valles y quebradas, cruzo arenales y atravesó suelos calcinantes. Sedienta y extenuada se dejo caer en la cima de un cerro hasta que sus fuerzas la abandonaron. Antes de morir, cuenta la leyenda, pidió al cielo que le permitiera seguir amamantando a su hijo después de muerta. Así fue como sus pechos llenos de leche le salvaron la vida al niño, que siguió alimentándose hasta que fue hallado por unos baqueanos del lugar.

Estos hombres recogieron el cuerpo y le dieron sepultura en las proximidades del Vallecito, en la cuesta de la sierra Pie de Palo. Poco tardó en conocerse la suerte de la desdichada madre. Hombres y mujeres del llano y de la sierra comenzaron a visitar el lugar del desafortunado suceso, donde se encontraba enterrada Deolinda Correa. A ella recurren los que sufren , los que lloran, los que no pueden seguir adelante, los que han perdido las fuerzas… es a ellos a quienes la Difunta Correa
 

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